Esta es la historia, de una chica llamada Clara. Clara iba paseando por unos andurriales que llevaban a un bosque.
De repente aparecieron unos filibusteros, primero uno, después otro, y así hasta que salieron seis filibusteros.
Carla echó a correr hasta que arribó hasta un claro, donde había siete hadas de color gris que parecían muy exánimes, por eso ella acudió enseguida para ver lo que les pasaba.
Una de las hadas se acercó a Carla y le dijo:
- ¡Ayúdanos! Todas nosotras hemos perdido nuestro color, y si no lo recuperamos en una hora, nos echarán de nuestros hogares y moriremos.
- Podrás encontrar nuestros frascos de color en la mansión del Snoker, que es una serpiente gigante a la que le gusta las depredaciones.
Clara al oír esas palabras, no dudó en ir a la mansión, aunque le daba un poco de miedo…
Clara se puso en camino. Ya cuando sólo le quedaba mitad del camino, se encontró con una persona que parecía facinerosa.
Clara se acercó a ella con mucha cautela para ver de quien se trataba.
De repente vio ante sus ojos una oquedad en su cuerpo, que llegó a pensar que aquella persona era la misma muerte en persona, cuando se dio cuenta de que sola mente se trataba de un espantapájaros.
¡Menudo susto que se había llevado Clara!
Al espantapájaros se le había caído el relleno, y entonces parecía un esqueleto.
Clara continuó con su camino hacia la mansión del malvado Snoker.
Ya se empezaba a notar el frío de la mansión de hielo del Snoker, y Clara cada vez estaba más asustada.
Por fin Clara llegó a la mansión, donde por suerte encontró al Snoker dormido en una gigantesca montaña de cosas.
Clara empezó a buscar los siete frascos de colores.
Primero encontró el frasco de color rojo, después el naranja, el amarillo y el verde, pero cuando fue a coger el azul, vio que el Snoker se empezaba a despertar.
Clara se escondió entre la montaña de objetos para que el Snoker no la viera y así poder coger los frascos que le faltaban.
El Snoker al ver que no pasaba nada se volvió a dormir, y Clara aprovechó para recoger los frascos que le faltaban.
En cuanto encontró todos los frascos, se fue directa al claro de las hadas.
Cuando llegó a la mitad del recorrido vio que todo se había vuelto agua.
Clara no podía pasar de un lado a otro nadando porque en el fondo del lago se encontraban una especie de peces con unos ojos de malos, que parecía que te lanzaban sornas y todo.
Así que Clara tuvo que hacerse su propia nao, para poder cruzar.
Cuando por fin cruzo el lago, pudo darles a las hadas sus colores correspondientes.
Cada hada en agradecimiento, le dio un don a Clara, por ejemplo:
El hada roja le aumentó su fuerza, el hada verde le dio comida especial, el hada morada le aumentó su salud…
Al final todos reconocían a Clara por una persona con mucha alcurnia.
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